Torino: Enseñar futbol a los chicos del barrio
En el corazón del barrio San Martín, la canchita de un club se convirtió en el lugar donde un grupo de chicos encuentra mucho más que una actividad recreativa. La Escuelita de Fútbol Defensores de Torino, crece de la mano de los pequeños, de sus padres y de un entrenador que se comprometió a sacar lo mejor de cada uno.
Desde hace poco más de un año, en el corazón del barrio San Martín, un grupo de chicos encontró un espacio de recreación, en el cual, además del deporte, les enseñan los pilares de la convivencia social. Se trata de la Escuelita de Fútbol Defensores de Torino, ahora a cargo de Juan Manuel Gálvez, donde unos 35 pequeños y sus padres se reúnen dos tardes a la semana para "jugar y divertirse", como él les repite cada vez que van a empezar un partido.
"Les digo siempre que acá no importa el resultado, sino que se diviertan, que disfruten del deporte. Son muy chicos y tienen que aprender muchas cosas, pero lo fundamental es que estén bien y no sufran ninguna presión", dijo Gálvez
La cancha en la que entrenan cada lunes y miércoles, pertenece al club homónimo, ubicado sobre la calle Gobernador Castillo (continuación de Buenos Aires), entre Lavalle y General Paz. "Soy jugador de Torino y me di cuenta de la necesidad de un espacio para los chicos. Hay muchos problemas en las calles y el deporte siempre es la mejor opción para darles otro punto de vista de las cosas. Así que hablé con el presidente del club, y le planteé la idea de reactivar la escuelita. Me dijo que sí y así empezamos con este proyecto", explicó el entrenador.
Hoy en día, unos 35 chicos de la zona y barrios como el 17 de Agosto, Laguna Seca, Pirayuí entre otros más se acercan esas tardes para participar de las actividades físicas y, por supuesto, jugar al fútbol. Es un espacio de recreación, pero Gálvez se toma muy en serio la responsabilidad con sus pequeños jugadores y con los padres.
"Acá el que quiere jugar, no tiene que descuidar la escuela. Cada trimestre yo les pido sus libretas, y si veo que alguno anda flojo con sus notas en una materia, le soy claro: 'No entrenás más hasta que levantes esa nota'; y entienden, y se preocupan, porque no quieren dejar de jugar", comentó.
"Yo me preocupo porque disfruten con sus compañeros, pero también porque aprendan a ser más disciplinados, que respeten y respondan al esfuerzo que hacen sus papás y mamás para traerlos todas las tardes. Antes que buenos jugadores, lo que me importa es que sean buenas personas", agregó.
ESFUERZO PERMANENTE
Por cada jugador, la cuota para formar parte del equipo es de 250 pesos; un pequeño monto con que el entrenador cubre los gastos para mantener mínimamente la cacha, comprar las pelotas, las camisetas, los conos y todos lo que pueda ser de utilidad para los chicos.
"Es todo para el club, y tengo que reconocer que sin los padres nada de esto sería posible. Son personas muy responsables también, se preocupan y ven el progreso que van teniendo sus chicos. Somos lo que somos con el compromiso de los padres. Por eso, cuando alguno de mis jugadores falta a un entrenamiento, inmediatamente le pregunto qué pasó, le digo que venga, que sepa que están haciendo un esfuerzo para que él pueda estar en el club y que hay chicos que no tienen esa oportunidad. Les hablo claro y con sinceridad siempre porque más allá de que no importa que ganen todos los partidos y sean campeones, este espacio tienen que cuidarlo y aprovecharlo", indicó.
La escuelita está disponible para chicos desde los tres a los trece años. Y desde diciembre del 2016 hasta ahora, ya participaron de varios encuentros con otras instituciones de la ciudad. También los invitaron a encuentros en el Interior, pero esto se les complica mucho más, porque no tienen transporte.
Por eso, el entrenador se lamentó también, ya que hubo partidos a los que nos pudo llevar a sus chicos. "Pasa que un viaje así, sólo al Interior puede costar desde 300 pesos en adelante, por chico. Y hay padres que tienen a dos de sus hijos acá y no llegan para cubrir ese gasto. Y en esto soy muy estricto, si no pueden ir todos, no va ninguno. Las divisiones y las peleas pueden empezar por cosas así, y ellos tienen que aprender a ser buenos compañeros", remarcó.
Durante estas dos semanas, y por las vacaciones mas que nada, los entrenamientos se trasladan hasta la costanera, cerca de las playa. Van a hacer las prácticas cerca del agua y algunos ejercicios en el terreno arenoso.
"El objetivo es el mismo de siempre", manifestó Gálvez. "Por un lado, hacer deportes, pero por el otro van a ser un grupo de chicos que disfrutan jugando en la playa", completó.
Texto: Noelia Irene Barrios
Fotos: Luis Gurdiel
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