Falleció el "Chacarero" Batalla

Posted by EyM Sports on martes, junio 28, 2016

Dicen los sabihondos del juego que la pelota busca al juga­dor y algo de cierto habrá en eso, porque a los negados pocas veces le llega y cuando la tienen la pierden tan rápido que parece nunca haberla tenido. Al “Chacarero” Batalla la pelota lo perseguía como una amante ardorosa.
Fuente: Diario Norte Corrientes

Era su vida, su ob­sesión, tenían un romance fogoso, interminable. Será por eso que el estadio también fue tras sus pasos a reposar cerquita suyo los arcos que tuvo siempre en la mira de goleador. De pura casualidad o por esas cosas inexplicables del destino, que en el fútbol se entienden solamente por el amor a una cami­seta, Boca Unidos terminó levantando su estadio a orillas del 17 de Agosto, exactamente a una cuadra de la casa donde, ya grande, el ídolo reposaba su historia. El camino errante de uno y otro finalmente encontraron domicilio en el mismo barrio; no era el Cambá Cuá pero lo hicieron suyo. Locales otra vez.
El viento frío del sur de los últimos días, que arrimó lluvia copiosa, trajo también la triste noticia del fallecimiento del Chacarero Batalla, que bordeaba los 80. Ocurrió el viernes, se fue en silencio, con humildad, como había vivido. Se llamaba Oscar Silvano, pero todos lo conocían como el “Chacarero”. Fue una figura grande de Boca Unidos cuando el fútbol se ju­gaba -en serio- en la cancha y no tanto en los medios, como ahora. Aguerrido, guapo, de buen manejo, tenía velocidad y destreza y la dosis de picardía que da el potrero. Un jugador excepcional. Sin imágenes en Youtube sus proezas se atesoran únicamente en el recuerdo de sus pocos contemporáneos y de sus hijos, que hoy pintan canas, y que conservan la pintu­ra oral de aquel crack, que jugó con otros de igual dimensión como los hermanos “Titi” (Oscar Rubí) Melis y “Coco” (Omar) Melis; Leoncio Benítez, Rosendo Billordo, Daniel Casco, Soto, entre otros. Primera camada de otros valores que llegarían después.
Cuenta Juan Carlos Cattáneo, ex presidente de la institución, en su historia de Boca Unidos que “entre los jugadores que fi­chó Juancito Ferragud (dirigente, hijo del puntal histórico del club), estaba uno de los ídolos de los hinchas: el Chacarero Ba­talla. Llegó desde Saladas, de donde era oriundo, para hacer el servicio militar en el Regimiento de Infantería 9. Corría el año 1955 y Ferragud, que era maestro en Saladas lo vio jugar allá y lo trajo de inmediato. Cuando llegó a Corrientes, por supuesto se hospedó en la casa de los Ferragud y también le consiguie­ron trabajo en el Hospital Vidal donde se jubiló”.
Empleado público para vivir, el fútbol fue su sueño, su car­ta de presentación, el éxtasis, pero también la melancolía y finalmente -aunque sin bronce- la redención a tantas penu­rias que le acarreó su sencillez de origen. Chacarero, le decían, aunque dentro de la cancha era un maestro. Muchos -como el que escribe- lo vieron jugar ya entrado en años en los pi­cados de la tarde y alcanzaba, de sobra, para referenciar las condiciones que lo convirtieron en ídolo. Puede que resulte exagerado, pero vivió más tiempo con los pantalones cortos, que con botamanga y zapatos de salir. Su hijo, Oscar “Rubio” Batalla heredó su pasión por el fútbol y también el amor por la camiseta. Jugó en la primera de Boca Unidos y lo tuvo a su padre como maestro, como consejero y también como entre­nador bis, pegado al alambrado. Hasta hace no muchos años, en cualquier cancha, en el potrero más mentado, o en la es­quina de la casa, el Chacarero estaba con los cortos listo para entreverarse o para dar instrucciones prácticas. Al mismísimo Higuaín le habría mostrado cómo definir sin atolondrarse. Así era él, desenfadado.
El tipo respiraba fútbol; era digno de Fontanarrosa. Será por eso que el estadio se fue cerquita suyo, para que cada gol sea un tácito homenaje a tantos ídolos olvidados. s
* POR LUIS SOSA 
FOTO GENTILEZA REPÚBLICA AURIRROJA